Artrosis o desgaste de rodilla dolorosa en mujer mayor

La artrosis o desgaste de rodilla es una enfermedad habitualmente de tipo degenerativo en la que el cartílago que recubre los huesos de la articulación va deteriorándose o ‘gastándose’ y con ello disminuye la protección que aportan dichos cartílagos a los huesos (fémur, tibia y rótula) y va apareciendo el dolor, la impotencia funcional o incapacidad para andar con normalidad, disminución de la movilidad articular, cambios morfológicos que dan lugar a deformidad articular,…


La artrosis o desgaste de rodilla suele comenzar con un ‘desgaste’ del cartílago articular debido a un fracaso de los procesos de regeneración del cartílago dañado, con lo que el cartílago entra en un círculo vicioso en el que los procesos destructivos son más importantes que los procesos de regeneración y ello da lugar a que se vaya alterando la matriz extracelular del cartílago que ya no es capaz de absorber y amortiguar correctamente los impactos mecánicos; teniendo en cuenta que el cartílago articular no tiene terminaciones nerviosas, este proceso degenerativo o desgaste inicial del cartílago articular no genera dolor ni ningún otro signo clínico significativo. Según avanza este proceso degenerativo y de forma secundaria van apareciendo signos inflamatorios que afectan a la membrana sinovial y esta inflamación a su vez favorece y aumenta el proceso de destrucción del cartílago y asimismo interfiere en el metabolismo óseo ‘local’ terminando por alterar la morfología del hueso subcondral (que da soporte al propio cartílago) con hipertrofia ósea localizada o crecimientos óseos localizados (osteofitos) junto con la formación de geodas o ‘lagunas’ óseas que dan lugar a un cambio morfológico y estético de la articulación en su conjunto. En definitiva, si bien se consideraba que en la artrosis o desgaste de rodilla el problema y su evolución estaba comandado por el desgaste del cartílago, actualmente se considera que la artrosis está relacionada con el desgaste del cartílago junto con la influencia directa de la inflamación del tejido sinovial, del hueso y de los ligamentos y musculatura adyacente que retroalimenta el proceso degenerativo articular, con lo que actualmente se considera que la artrosis de rodilla es una patología que afecta a la articulación en su conjunto.
En la imagen adjunta (tomada del artículo de Bijlma y col “Osteoarthritis: an update with relevance for clinical practice”) se representan de forma esquemática los cambios que se desarrollan en una artrosis de rodilla y que afectan al cartílago articular, a la membrana sinovial, al hueso subcondral y a la musculatura y ligamentos que dan soporte a la articulación.


Como ya hemos comentado, el inicio del proceso degenerativo ligado a la artrosis de rodilla es asintomático porque inicialmente afecta al cartílago articular y este no tiene terminaciones nerviosas que desencadenen el dolor, pero según avanza y comienza a ‘aparecer’ o hacerse patente la artrosis, ésta se acompaña principalmente de dolor -inicialmente ligado al esfuerzo o actividad física- pero que va aumentando su aparición e intensidad a lo largo del tiempo, rigidez articular principalmente matutina de duración limitada, hinchazón articular o derrame sinovial, impotencia funcional con deterioro muscular,… y terminando en un proceso crónico y en muchas ocasiones invalidante.


Tipos de artrosis de rodilla


En función de que exista una causa previa o no, las artrosis de rodilla las podemos dividir en primarias o secundarias.

Artrosis de rodilla primaria o idiopática:

Se caracteriza por no existir una causa previa conocida y es la que se produce como consecuencia del desgaste o degeneración del cartílago ligado a la edad, por lo que es una artrosis que comienza generalmente a partir de los 40-50 años y va avanzando con la edad. Es con diferencia la artrosis de rodilla más habitual.

Sí que es cierto que existen factores de riesgo que van a favorecer que una persona llegue a desarrollar una artrosis de rodilla (factores de riesgo que desarrollaremos más adelante), pero no por ello dejan de considerarse artrosis de rodilla Primarias.

Lógicamente desde su aparición sobre los 40 – 50 años la artrosis de rodilla va a tener una evolución lenta y progresiva (en ocasiones puede haber ‘paradas’ en esa progresión, así como ‘aceleraciones’, con lo que no siempre se mantiene una progresión uniforme de la artrosis) convirtiéndose en un proceso crónico que va avanzando hasta llegar a ser una patología invalidante.

Artrosis de rodilla secundaria:

En estos casos de artrosis de rodilla, previamente al deterioro del cartílago existe un proceso patológico que puede dar lugar a una degeneración articular o artrosis de rodilla, o bien se ha producido una lesión aguda, como una fractura o una lesión compleja de ligamentos y menisco,… que también a posteriori puede dar lugar a una artrosis de rodilla. En estos casos y debido a que no hay un ‘desgaste’ del cartílago por uso, sino que es la preexistencia de una patología o un acontecimiento previo los que dan lugar a la artrosis, la artrosis de rodilla secundaria se ve en ocasiones en gente joven.

La artrosis de rodilla secundaria se produce como consecuencia entre otros, de los siguientes procesos o patologías:


Procesos Metabólicos

Diferentes procesos metabólicos, como la Gota (acúmulo de cristales de ácido úrico), Pseudogota (acúmulo de cristales de Pirofosfato Cálcico),… en ocasiones afectan a la articulación de la rodilla formándose cristales que dan lugar a un estado inflamatorio de la articulación (Artritis); en la mayoría de las ocasiones esta inflamación se resuelve sin secuelas, pero el hecho de que la artritis aparezca de forma repetida puede terminar afectando al cartílago articular y desarrollando una artrosis de rodilla.

La diabetes mellitus también se ha relacionado con un mayor riesgo de artrosis de rodilla. Se cree que la hiperglucemia (alto nivel de glucosa en la sangre) puede contribuir al daño del cartílago articular, lo que puede llevar a la degeneración y a la artrosis.


Procesos infecciosos

La artrosis de rodilla secundaria a procesos infecciosos puede ocurrir como resultado de una infección en la articulación de la rodilla, lo que se conoce como artritis séptica. La artritis séptica es una infección grave que puede también de forma secundaria favorecer la afectación del cartílago y con ello comenzar un proceso (junto con la inflamación de la sinovial y la afectación del hueso subcondral) que evoluciona a una artrosis de rodilla crónica y evolutiva.

El tratamiento de la artrosis de rodilla secundaria a procesos infecciosos se enfoca en tratar la infección subyacente, lo que generalmente implica el uso de antibióticos y, en algunos casos, la realización de una cirugía para drenar el líquido de la articulación. Una vez que se ha tratado la infección, el enfoque se desplaza hacia el manejo de la artrosis de rodilla.


Meniscectomía (Resección parcial o total del menisco)

Los meniscos forman una parte muy importante de la estructura de la rodilla, ya que cumplen principalmente 3 funciones, como son la mejora de la congruencia articular (una mejor adaptación de las formas óseas que intervienen en la articulación), un aumento de la estabilidad articular y una mejora de la amortiguación articular; dadas las características morfológicas y funcionales de los meniscos, éstos favorecen que las fuerzas se transmitan a través de una mayor superficie con lo que se distribuyen mejor y debido a su composición viscoelástica se encargan de absorber y amortiguar los impactos que se producen en la rodilla de una forma casi permanente cuando estamos de pie y sobre todo cuando andamos o realizamos la mayoría de las actividades físicas. Por tanto es lógico pensar que la realización de una meniscectomía (bien sea parcial o total) va a traer consigo una disminución de la amortiguación de los impactos así como una concentración en la transmisión de fuerzas y presiones, lo que se traduce en un mayor requerimiento para las estructuras cartilaginosas de los extremos óseos que intervienen en la articulación y un mayor sufrimiento que puede acelerar un proceso artrósico incipiente e instaurarse una artrosis de rodilla.

Pero este mayor sufrimiento de la articulación en relación a la lesión meniscal no se produce sólo cuando se realiza una meniscectomía aunque esta sea parcial, sino que la simple rotura del menisco ya trae consigo un aumento de la presión soportada por los cartílagos articulares de la rodilla. En el gráfico de la derecha realizado en base a los datos publicados en el estudio de Zhang y col, «Effect of degenerative and radial tears of the meniscus and resultant meniscectomy on the knee joint: a finite element analysis» ya se aprecia cómo una pequeña rotura degenerativa del menisco interno, trae consigo un aumento de las fuerzas soportadas por el Cartílago Femoral y el Cartílago Tibial; aunque no parezca importante el aumento, la mayor presión soportada por el cartílago va a favorecer los procesos de degeneración y la evolución hacia una Artrosis de Rodilla.

Con relación a la Rotura Meniscal y su influencia en el desarrollo de una Artrosis de Rodilla, puede resultar de interés el acceso a nuestra entrada del Blog de Sendagrup: «Rotura de menisco, Meniscectomía y Riesgo de Artrosis de Rodilla«


La Imagen de la derecha está basada en la publicada en «Meniscus Biomechanics«, capítulo desarrollado por Grassi y col que forma parte del libro «Orthopaedic Biomechanics in Sports Medicine» editado por Jason Koh y colaboradores en 2021.

En la imagen se representa una rodilla normal con meniscos normales y funcionales (izquierda) y una rodilla en la que se han eliminado ambos meniscos (derecha); ya se aprecia que la zona o superficie de contacto articular en la rodilla normal engloba no sólo el contacto directo entre las superficies óseas, sino que gracias a los meniscos interpuestos entre ambos segmentos óseos, esa superficie de ‘contacto’ se amplía de forma significativa. Por contra en la rodilla ‘patológica’ en la que se ha realizado una meniscectomía doble y total, la superficie de contacto y de distribución de fuerzas es mucho más limitada (hay que tener en cuenta que en la imagen la zona gris es una zona vacía, con lo que no hay contacto directo ni transmisión en esta zona).

Como consecuencia de lo anterior, la distribución de fuerzas en la rodilla normal se distribuye en una superficie amplia, con lo que tenemos una mayor superficie de cartílago involucrada en esa transmisión, pero la presión soportada por cada trozo de superficie es limitada; son presiones livianas (representadas por la longitud de las flechas situadas en la tibia) las que tiene que soportar el cartílago con lo que no sufre en exceso y ello le permite un mejor mantenimiento. Por el contrario en la rodilla que no tiene meniscos, la superficie de contacto articular se limita a la zona de contacto entre el fémur y la tibia; cuando esta articulación se somete a la misma presión que en el caso anterior, es mucha menor superficie la que tiene que hacer frente a la presión y ello supone que hay zonas de cartílago articular que no ‘soportan’ nada, mientras que el cartílago de las zonas de contacto tienen que soportar presiones mucho más elevadas (representadas en este caso también por la longitud de las flechas situadas en la tibia, que son mucho más largas) y ello favorece que en estas zonas de contacto el cartílago tenga un sufrimiento mucho mayor y aumente significativamente la posibilidad de degeneración y evolución a la artrosis de rodilla.


Imagen que representa la Ilustración esquemática del menisco interno bajo simulación de ligera flexión, obtenida del artículo de Zhang y col publicado en la revista Journal of Orthopaedic Translation con el título «Effect of degenerative and radial tears of the meniscus and resultant meniscectomy on the knee joint: a finite element analysis» en 2019.
En el lado izquierdo se representa una rodilla sana (A), mientras que en el lado derecho se representa una rodilla a la que se la ha practicado una Meniscectomía parcial Interna (B).
Las líneas discontinuas verticales indican los márgenes anterior y posterior de la meseta tibial.

Como se muestra en la imagen adjunta, cuando se aplican cargas verticales y anteriores a la articulación de la rodilla en el caso de normalidad (A), los meniscos intactos gracias a su composición y capacidad de adaptación, tuvieron una ligera extrusión y desplazamiento para proporcionar un área de contacto amplia y adecuada entre los cartílagos del cóndilo femoral y la meseta tibial, lo que permite una buena distribución de las fuerzas y absorbiendo perfectamente la carga del fémur a la tibia.


Sin embargo, en dicho estudio se observó un aumento de la extrusión y el desplazamiento del menisco después de la meniscectomía parcial del menisco medial y fue incluso mayor que el de los desgarros radiales o degenerativos aislados. Esto sugiere una disminución del área de contacto protegida por la interposición del menisco y un aumento de la fuerza soportada en el área de contacto directo entre los cartílagos del cóndilo femoral y la meseta tibial. Sin esta función de absorción de impactos de los meniscos, se facilita la degeneración temprana de los cartílagos y una aparición temprana de osteoartritis o artrosis de rodilla.


Por tanto la meniscectomía de forma secundaria puede dar lugar a una artrosis de rodilla. Lógicamente las posibilidades de degeneración y evolución a la artrosis van a estar en relación también con la edad de la persona (a mayor edad, mayores posibilidades de degeneración y evolución a la artrosis), del grado de deterioro articular previo (a mayor deterioro, mayores posibilidades de evolución a la artrosis; no hay que olvidar que en muchas ocasiones, antes de que una persona tenga ninguna sintomatología relacionada con la rodilla, un estudio radiográfico sí que puede mostrar un cierto deterioro articular que algunos lo clasifican en función de la escala de Kellgren-Lawrence), del alcance de la meniscectomía (la meniscectomía total lo que supone la eliminación total del menisco presenta un mayor riesgo de evolución a la artrosis de rodilla que en el caso de una meniscectomía parcial).
Debido al mayor riesgo de evolución a la artrosis de rodilla tras una meniscectomía, están aumentando los intentos de preservar el menisco y de ahí el incremento de suturas de menisco en lugar de meniscectomía, en aquellos casos que la rotura meniscal lo permiten.


Rotura del Ligamento Cruzado Anterior (LCA)

La rotura del Ligamento Cruzado Anterior trae consigo una inestabilidad de la rodilla que en un porcentaje significativo de las ocasiones evoluciona con el tiempo a una artrosis de rodilla. El riesgo de que la rotura del LCA evolucione a una artrosis de rodilla disminuye cuando se realiza la reconstrucción del LCA en un plazo breve tras la rotura.

Elsaid y col realizan un estudio en el que comparan diferentes marcadores inflamatorios así como ligados a la lubricación de la rodilla, en pacientes que sufren de forma aguda una rotura del Ligamento Cruzado Anterior (LCA). En el estudio participan 30 personas (11 mujeres y 19 hombres), que sin tener una patología de rodilla previa, sufren una rotura de LCA en una de sus rodillas. De esta forma los autores ‘trabajan’ con una rodilla en la que se ha producido una rotura del Cruzado Anterior y de forma simultánea ‘trabajan’ con la rodilla contralateral que es sana, con lo que pueden comparar los resultados de ambas rodillas y obtener unas conclusiones más valorables. El estudio fue publicado en 2008 en la revista «Arthritis & Rheumatology» con el título «Decreased Lubricin Concentrations and Markers of Joint Inflammation in Synovial Fluids from Patients with Anterior Cruciate Ligament Injury» .

Los autores realizan un estudio analítico del líquido sinovial de ambas rodillas tras la lesión aguda así como un seguimiento que llega a ser de hasta 364 días tras la lesión. Con este estudio los autores tienen como objetivo el conocimiento de los cambios de la concentración de Lubricina en el líquido sinovial y su relación con el tiempo post-rotura así como sobre otros marcadores inflamatorios y de regeneración del cartílago articular.

En el gráfico de la derecha obtenido del estudio de Elsaid que estamos comentadno, se aprecia una disminución significativa de la concentración de Lubricina en el líquido sinovial de la rodilla que ha sufrido la rotura del LCA en comparación a la sana, y asimismo cómo va aumentando dicha concentración según avanza el tiempo tras la lesión, llegando a alcanzar unas concentraciones similares a la rodilla sana prácticamente a los 12 meses de la lesión.

Estos autores consideran que la rotura aguda del Ligamento Cruzado Anterior (LCA) da lugar a un aumento de marcadores inflamatorios que aumentan la actividad de enzimas proteolíticos, degradando la Lubricina (lo que da lugar a una disminución importante de la concentración de Lubricina en el líquido sinovial) y comprometiendo con ello la adecuada lubricación del cartílago y dando lugar a una pérdida de las características condroprotectoras del líquido sinovial.


Tal y como hemos comentado en la introducción de este apartado, la rotura del Ligamento Cruzado Anterior (LCA) favorece el desarrollo con el tiempo de una Artrosis de Rodilla. Pero también hay que significar que la reconstrucción quirúrgica temprana (dentro del primer mes desde la rotura del LCA) disminuye las posibilidades de evolución a una Artrosis de Rodilla, aunque no la elimina por completo.

En el gráfico de la derecha, basado en un artículo publicado por Lin y col en 2017 con el título “Association of anterior cruciate ligament injury with knee osteoarthritis and total knee replacement: A retrospective cohort study from the Taiwan National Health Insurance Database”, ya se aprecia la diferencia significativa de desarrollo de Artrosis de Rodilla a lo largo de un largo periodo, entre los pacientes con rotura de LCA que no habían sido sometidos a ninguna intervención quirúrgica de reconstrucción (línea Azul) y los pacientes que habiendo sufrido una rotura de LCA habían sido sometidos a una reconstrucción quirúrgica (línea verde).



Incidencia de la Artrosis de Rodilla


A pesar de que según el subtítulo teóricamente hablamos de Incidencia (que además supone un término genérico más conocido), realmente en este apartado nos estamos refiriendo a la Prevalencia. Mientras que la Incidencia nos está indicando las probabilidades de que se desarrolle una artrosis de rodilla en un plazo o tiempo determinado, en el caso de la Prevalencia lo que nos indica es la proporción de personas (bien de una población, de una edad, de unas características determinadas,…) que tienen una artrosis de rodilla.


La prevalencia de la artrosis de rodilla varía según factores como la edad, el género, la geografía y la población estudiada. En general, la artrosis de rodilla es una de las formas más comunes de artrosis y una de las principales causas de dolor y discapacidad en todo el mundo.

Según la Osteoarthritis Research Society International (OARSI), se estima que alrededor del 250 millones de personas en todo el mundo sufren de artrosis en alguna articulación, y la rodilla es una de las articulaciones más afectadas. Estudios epidemiológicos indican que aproximadamente el 10-15% de la población adulta padece de artrosis de rodilla en algún grado, y la prevalencia aumenta con la edad.


A nivel mundial, la prevalencia de la Artrosis está aumentando año tras año tal y como se puede apreciar en el gráfico adjunto, y en el periodo 1990 – 2019 se ha producido un incremento del 113%, pasando el número de casos globales de 247 millones en 1990 a 527 millones en 2019. El gráfico se ha obtenido del estudio de Long y col, «Prevalence Trends of Site-Specific Osteoarthritis From 1990 to 2019: Findings From the Global Burden of Disease Study 2019» publicado en la revista Arthritis & Rheumatology en 2022. Entre las razones que podemos apuntar para explicar este gran incremento a lo largo de 30 años se encuentra el aumento de la expectativa de vida y la mejora significativa del control sanitario en algunos países.

Otro dato muy significativo que aporta este estudio y que tiene un reflejo visual perfecto en el gráfico, es que la artrosis de rodilla es con una gran diferencia la artrosis más frecuente, por delante de la artrosis de mano y de otras localizaciones.


A nivel español los datos de prevalencia de artrosis de rodilla, su relación con la edad, sexo,… son similares a los que encontramos a nivel mundial. La artrosis de rodilla es más frecuente que la artrosis o desgaste de cadera y afecta más a mujeres que hombres. Estos son entre otros, los datos que aporta el estudio EPISER2016 que promovido por la Sociedad Española de Reumatología (SER) ha estimado la prevalencia de la artrosis en la población adulta española, gracias a la colaboración de muchos centros hospitalarios españoles y la participación de 3336 personas de más de 40 años.

Según EPISER2016 la prevalencia de la artrosis de rodilla (hay que recordar que se trata de porcentajes sobre población de ≥ 40 años) es del 13,83 %, claramente superior a la artrosis de cadera que es del 5,13 %. Como factores asociados a la artrosis de rodilla, cabe destacar el sexo (más frecuente en mujeres), el sobrepeso y obesidad y la edad (la incidencia aumenta con la edad, con un pico de prevalencia a partir de los 70 años).



Factores de Riesgo de la Artrosis de Rodilla


La artrosis de rodilla primaria en la que no hay ninguna causa conocida es la consecuencia de una interacción de factores genéticos y/o factores de riesgo, que dan lugar a una alteración de los condrocitos (las células específicas del cartílago) y del hueso subcondral (la zona de hueso en contacto con el cartílago) y con ello a una modificación de las características del cartílago que se deteriora y se ‘desgasta’.

Entre los Factores de Riesgo que pueden favorecer la instauración de una artrosis de rodilla y que vamos a ir desarrollando punto por punto, están:

  • Edad
  • Sexo
  • Peso y Obesidad
  • Debilidad Muscular
  • Actividad Física elevada
  • Alteraciones biomecánicas

Edad


Podríamos decir que la Edad es uno de los principales factores de riesgo para sufrir una artrosis de rodilla.

La capacidad de regeneración del cartílago va disminuyendo con la edad, lo que da lugar a una progresiva disminución del número de condrocitos e igualmente se reduce la matriz cartilaginosa, lo que implica que la aparición y evolución de la artrosis de rodilla esté muy influenciada por la edad. De ahí que lo más habitual es que la artrosis de rodilla comience a visibilizarse a partir de los 40 años y vaya aumentando de forma progresiva su incidencia con la edad, hasta alcanzar un pico a nivel de los 80 años.

En el gráfico de la derecha (del estudio «Prevalencia de artrosis sintomática en España: Estudio EPISER2016«) se aprecia la evolución de la prevalencia de la artrosis (contabilizando todas las localizaciones) en la población española en función de sexo y edad. Claramente se aprecia como es lógico en una enfermedad de tipo inicialmente degenerativo, un aumento progresivo en función de la edad, e igualmente una mayor prevalencia en mujeres que en hombres a partir de la franja de 50 años.


Sexo


La Artrosis de rodilla es una patología que afecta en mayor medida a las mujeres.

Tal y como se aprecia en el gráfico, donde las barras de color azul representan los casos de artrosis de rodilla a nivel mundial, hasta los 35-40 años de edad no hay una diferencia significativa entre sexos y el número total de casos es limitado, no en vano la artrosis de rodilla es una patología principalmente degenerativa y crónica que por ello mismo comienza a significarse a partir de los 40 años de edad.

Justamente a partir de esa edad (40-45 años de edad) hay un aumento muy importante del número de casos de artrosis de rodilla y son principalmente las mujeres las que engrosan las estadísticas de afectación por artrosis de rodilla, suponiendo en algunos rangos de edad, casi el doble de casos que los hombres.

Esta mayor prevalencia de artrosis de rodilla entre las mujeres, puede estar relacionado con 2 causas:

  • Cambios hormonales ligados a la menopausia.
  • Mayor expectativa de vida que los hombres.

Peso y Obesidad


La obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes en la génesis y desarrollo de la artrosis de rodilla, no en vano da lugar a 2 tipos de incidencia: Física y Metabólica.

La obesidad se caracteriza por el sobrepeso y no debemos olvidar que la articulación de la rodilla y por tanto los cartílagos de esta articulación, deben soportar el peso de la persona, con lo que a mayor peso, mayor sobrecarga es soportada por el cartílago articular lo que puede favorecer su desgaste y evolución hacia una artrosis de rodilla. Además no hay que olvidar que al realizar diferentes actividades habituales, como el andar, la sobrecarga articular ya no es la del peso, sino que es el peso multiplicado por un factor que es variable, pero que puede llegar a ser de 2 o 4 en función de los investigadores y circunstancias, con lo que la influencia del peso corporal es más importante todavía en la aparición de una artrosis de rodilla.

Decíamos que la obesidad tiene también una incidencia metabólica, y es que en la actualidad ya se considera que la obesidad está ligada en muchos casos a un estado inflamatorio y esa inflamación puede dar lugar a una inflamación de diferentes estructuras articulares, con un deterioro secundario del cartílago y su evolución a la artrosis de rodilla. Esta incidencia metabólica de la obesidad sobre las articulaciones y su evolución a la artrosis, es lo que explicaría según muchos autores la gran prevalencia de artrosis de mano que se da en personas obesas aunque son articulaciones que no son de carga; es decir, a pesar de que no son articulaciones de carga y por tanto el peso no debiera influir en su aparición y desarrollo, la obesidad es un factor de riesgo importante en la artrosis de mano y la explicación para ello es la incidencia metabólica de la obesidad sobre la inflamación de las articulaciones.


Incidencia de Artrosis de Rodilla en Función del Rango de Edad y del Índice de Masa Corporal (IMC)

En el gráfico superior se aprecia la evolución de la incidencia de la Artrosis de Rodilla en función de la Edad (evolución de la que ya hemos hablado en un apartado anterior) y del Índice de Masa Corporal (IMC). El IMC es un valor teórico que se obtiene en base al Peso y la Estatura de la persona y que genéricamente nos aporta una idea de la proporción de grasa de la persona, con lo que nos permite clasificarla en Peso Normal, Peso Bajo, Sobrepeso,… No puede considerarse un índice exacto, ya que una persona muy musculada y con bajo porcentaje de grasa va a dar como resultado un alto IMC que supuestamente lo identificaría como una persona obesa cuando no lo es. Sin embargo cuando el IMC es utilizado en grandes muestras, sí que adquiere un valor interpretativo significativo.

A la hora de elaborar el gráfico la clasificación de las personas en Peso Normal, Sobrepeso, Obesidad tipo I y Obesidad tipo II está basado en las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS):

  • Peso Normal con un IMC menor que 25 kg/m2
  • Sobrepeso cuando el IMC se encuentra entre 25 y menos de 30 kg/m2
  • Obesidad tipo I cuando el IMC se sitúa entre 30 y menos de 35 kg/m2
  • Obesidad tipo II cuando el IMC es de 35 kg/m2 o superior.

El gráfico ha sido obtenido del estudio de Reyes y col, «Association between overweight and obesity and risk of clinically diagnosed knee, hip, and hand osteoarthritis: a population‐based cohort study«, publicado en la revista Arthritis & Rheumatology, 2016. Dicho estudio está basado en el seguimiento de 1.764.061 personas catalanas mayores de 40 años durante un periodo (mediana) de 4,45 años.

En el gráfico se aprecia claramente la influencia del peso en la incidencia de Artrosis de Rodilla. En cualquiera de los rangos de edad, la incidencia es superior según aumenta el IMC de forma que la Obesidad puede llegar a doblar (Obesidad tipo I) o triplicar (Obesidad tipo II) la incidencia de Artrosis de Rodilla en relación a las personas con Peso Normal.


Debilidad Muscular


La debilidad muscular, falta de fuerza o atrofia muscular es un factor de riesgo que favorece la instauración y progresión de la artrosis de rodilla. Los músculos que intervienen en la articulación de la rodilla, principalmente el cuádriceps (músculo anterior del muslo), isquiotibiales (conjunto de músculos de la parte posterior del muslo) y en menor medida los gemelos, proporcionan soporte y estabilidad a la articulación. Cuando estos músculos están débiles en relación con una vida sedentaria o falta de actividad física, no pueden cumplir adecuadamente con su función, lo que puede llevar a un mayor estrés en la articulación y desgaste del cartílago articular.

La debilidad o disminución de la fuerza muscular puede contribuir a la artrosis de rodilla de varias maneras:

  1. Aumento del estrés en la articulación: cuando los músculos que rodean la rodilla son débiles, no pueden absorber adecuadamente las fuerzas de impacto durante la actividad física, lo que lleva a un mayor estrés en el cartílago y en las estructuras de la articulación.
  2. Alteración de la biomecánica: la debilidad muscular puede provocar cambios en la forma en que se mueve y se carga la articulación de la rodilla, lo que puede aumentar el desgaste del cartílago y agravar la artrosis.
  3. Inestabilidad articular: La inestabilidad articular ocurre cuando el sistema de soporte articular formado por los ligamentos y los músculos no cumplen su función por distensiones o debilidad muscular, favoreciendo la aparición de movimientos articulares anómalos que pueden causar dolor, hinchazón y rigidez. Una musculatura fuerte y bien desarrollada ayuda a mantener la articulación estable durante el movimiento y puede prevenir movimientos anormales que podrían dañar el cartílago.
  4. Disminución de la condición física: la debilidad muscular favorece la fatiga ante esfuerzos de baja intensidad, lo que puede llevar a una disminución en la actividad física y con ello a una falta de mejora de la condición física, entrando en un bucle en el que la debilidad muscular lleva a una disminución de la actividad física, lo que a su vez trae consigo un empeoramiento de la condición física y a una disminución de la fuerza muscular; en definitiva la debilidad muscular puede contribuir a un desacondicionamiento físico general y a la pérdida de la función articular.

Actividad Física Elevada


Ya hemos comentado con anterioridad que la artrosis de rodilla Primaria es una enfermedad degenerativa con un importante componente inflamatorio que se caracteriza por el desgaste del cartílago que recubre las articulaciones y la inflamación y afectación de la cápsula articular, lo que puede causar dolor, inflamación y dificultad para mover la rodilla.

Los efectos de la actividad física en relación a la articulación de la rodilla -al igual que sucede con otros muchos estímulos- podríamos decir que es una cuestión de dosis:

  • La actividad física ligera y moderada tiene efectos beneficiosos sobre el correcto mantenimiento de la articulación de la rodilla, ya que favorece la estimulación y regeneración del cartílago articular como respuesta a los pequeños impactos y presiones que repercuten en el cartílago, y además fortalece la musculatura y los ligamentos que aportan estabilidad a la rodilla.
  • Por contra, un exceso de actividad física o algunas actividades físicas intensas, sobre todo aquellas actividades o deportes en los que hay un impacto importante y repetitivo en la articulación de la rodilla, que puede dificultar la adecuada recuperación y regeneración del cartílago articular, así como de las estructuras accesorias que intervienen en la estabilidad de la rodilla puede favorecer la aparición de procesos degenerativos que conducen a un artrosis de rodilla. Además, si estos deportes de alta intensidad e impacto favorecen las lesiones ligamentosas y/o meniscales de la rodilla, estamos incluyendo un factor de riesgo añadido para la evolución hacia una artrosis de rodilla como hemos visto con anterioridad en este mismo artículo.

El problema es que no tenemos una manera objetiva de catalogar y clasificar las actividades físicas y sus intensidades como favorecedoras del correcto mantenimiento de la articulación de la rodilla, o por el contrario son actividades físicas que favorecen a medio-largo plazo la degeneración a una artrosis de rodilla.

Genéricamente se ha observado que los deportistas profesionales que participan en deportes con un alto impacto en las rodillas, como el fútbol, el baloncesto y el voleyball, tienen un mayor riesgo de desarrollar artrosis de rodilla una vez que han terminado su carrera deportiva.

Fútbol Profesional

La incidencia de artrosis de rodilla en antiguos futbolistas profesionales es relativamente alta debido al alto nivel de impacto y tensión a la que están sometidos las rodillas durante su carrera. El juego de fútbol requiere una gran cantidad de desplazamientos laterales, cambios de dirección y saltos, todos los cuales pueden contribuir al desgaste de las articulaciones de la rodilla. Además, lesiones previas a la rodilla también pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis en el futuro.

La proporción de artrosis de rodilla en antiguos futbolistas profesionales en relación a la población normal es significativamente mayor. Los estudios han encontrado que los antiguos futbolistas profesionales tienen un riesgo de desarrollar artrosis de rodilla de entre 2 y 10 veces más alto que la población general. Además, los estudios sugieren que el riesgo de artrosis de rodilla aumenta con la duración de la carrera de fútbol y con el número de lesiones de rodilla previas; concretamente en el fútbol son frecuentes las roturas meniscales, y tanto la propia lesión como su reparación mediante meniscectomía parcial favorecen el desarrollo posterior de una artrosis de rodilla, tal y como podemos ver en la página «Rotura de menisco, Meniscectomía y Riesgo de Artrosis de Rodilla«. Esto indica que los antiguos futbolistas profesionales tienen una mayor probabilidad de desarrollar artrosis de rodilla en comparación con la población general.


Alteraciones Biomecánicas


Las alteraciones biomecánicas son cambios en la longitud de los segmentos corporales o en sus ángulos, que dan lugar a cambios en la movilidad y en la distribución de fuerzas que pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis de rodilla. Algunas de las alteraciones biomecánicas que pueden aumentar el riesgo de artrosis de rodilla incluyen:

  1. Desalineación de la rodilla: La desalineación de la rodilla, entendida como un cambio acusado en el ángulo que conforman el fémur y la tibia (que dan lugar a una rodilla en valgo o varo), puede ejercer una presión desigual sobre el cartílago articular y aumentar el riesgo de desgaste articular.
  2. Falta de fuerza muscular: Una falta de fuerza muscular en las piernas, y principalmente de la musculatura estabilizadora de la rodilla (cuadriceps e isquiotibiales) puede aumentar la carga sobre la rodilla y aumentar el riesgo de desgaste articular.
  3. Lesiones previas: Las lesiones previas en la rodilla pueden alterar la biomecánica de la articulación y aumentar el riesgo de desgaste articular.

Es importante que las personas con alteraciones biomecánicas de la rodilla tomen medidas preventivas para reducir el riesgo de desarrollar artrosis de rodilla. Esto puede incluir la realización de ejercicios de fortalecimiento muscular, la corrección de la alineación de la rodilla mediante ortesis o fisioterapia, y la pérdida de peso en caso de sobrepeso u obesidad. Además, es fundamental recibir tratamiento adecuado para las lesiones previas de rodilla para minimizar el riesgo de desgaste articular y artrosis de rodilla a largo plazo.



Síntomas en la Artrosis de Rodilla


La artrosis de rodilla puede tener un comienzo insidioso y una evolución lenta; el síntoma inicial suele ser el dolor y éste puede variar en la forma de comienzo y en su intensidad. En ocasiones el dolor aparece al comenzar a realizar una actividad física, desapareciendo al cabo de unos minutos aunque mantengamos la actividad, para volver a aparecer cuando la actividad física se prolonga en el tiempo; en otras ocasiones el comienzo es un dolor matutino que cede al ir realizando las actividades habituales. Sea el comienzo de una forma u otra, el dolor evoluciona en el sentido de aumentar su intensidad, de aumentar las actividades que generan dolor y mantenerse durante más tiempo, hasta llegar incluso a limitar la realización de cada vez más actividades.

Además de por el dolor, la artrosis de rodilla se caracteriza por:


Disminución de la movilidad, rigidez.


La rigidez y disminución de la movilidad articular es una de las principales características de la artrosis de rodilla y puede ser especialmente notable después de estar sentado o en reposo prolongado.
La gravedad de la disminución de la movilidad articular depende del grado de degeneración del cartílago articular y puede variar significativamente de persona a persona.
En las primeras etapas de la enfermedad, la limitación de la movilidad articular puede ser leve y la persona puede experimentar una rigidez matutina o después de estar sentado o en reposo prolongado. A medida que la enfermedad progresa, la disminución de la movilidad articular puede ser más pronunciada y afectar la capacidad de realizar actividades cotidianas, como caminar o subir escaleras.


Incapacidad funcional.

La artrosis de rodilla, también conocida como osteoartritis de rodilla, es una enfermedad degenerativa que afecta al cartílago articular y puede provocar incapacidad funcional en las personas afectadas. La incapacidad funcional se refiere a la dificultad o incapacidad para realizar actividades de la vida diaria debido a limitaciones físicas o dolor.

La artrosis de rodilla puede generar varias limitaciones funcionales, que incluyen:

  1. Dolor: El dolor en la rodilla es el síntoma principal de la artrosis y puede limitar la capacidad para realizar actividades diarias como caminar, subir escaleras o levantarse de una silla. El dolor puede ser más intenso después de períodos de actividad o al final del día.
  2. Rigidez: La rigidez en la articulación de la rodilla es común, especialmente después de períodos de inactividad o al despertar por la mañana. La rigidez puede dificultar el movimiento y afectar la movilidad.
  3. Reducción en el rango de movimiento: La pérdida de cartílago y la formación de espolones óseos en la articulación de la rodilla pueden limitar el rango de movimiento y dificultar la flexión y extensión de la rodilla.
  4. Inestabilidad: La artrosis de rodilla puede debilitar los músculos y ligamentos que rodean la articulación, lo que puede provocar inestabilidad y sensación de que la rodilla cede al soportar peso.
  5. Deformidad: En casos avanzados de artrosis de rodilla, la deformidad de la articulación, como el arqueamiento hacia adentro o hacia afuera de la rodilla, puede afectar la alineación de las extremidades inferiores y dificultar la marcha.
  6. Disminución de la resistencia y la fuerza muscular: El dolor y la limitación de movimiento pueden llevar a una disminución en la actividad física, lo que puede resultar en pérdida de fuerza muscular y resistencia en la zona afectada.

    La incapacidad funcional derivada de la artrosis de rodilla varía entre los individuos y puede depender de la severidad de la enfermedad y la presencia de otros problemas de salud. El tratamiento para la artrosis de rodilla tiene como objetivo aliviar el dolor, mejorar la función y prevenir la progresión de la enfermedad. Esto puede incluir cambios en el estilo de vida, terapia física, medicamentos, Plasma Rico en Plaquetas (PRP), uso de dispositivos de apoyo y, en casos severos, cirugía.

Hinchazón o derrame articular.

La hinchazón o derrame articular es un síntoma común en la artrosis de rodilla. Se refiere a la acumulación de líquido en la articulación de la rodilla, lo que puede causar inflamación, dolor y limitación en el movimiento.
En el contexto de la artrosis de rodilla, el derrame articular ocurre debido a los siguientes factores:

  1. Inflamación: La artrosis de rodilla es una enfermedad degenerativa que implica la degradación del cartílago articular y cambios en el hueso subyacente. Estos cambios pueden desencadenar una respuesta inflamatoria en la articulación, lo que lleva a la producción excesiva de líquido sinovial, que es el líquido que lubrica y nutre las articulaciones.
  2. Lesiones en la articulación: Las lesiones meniscales o de ligamentos, que pueden ser más comunes en personas con artrosis de rodilla, también pueden provocar la acumulación de líquido en la articulación.

    El tratamiento para la hinchazón o derrame articular en la artrosis de rodilla se enfoca en reducir la inflamación y mejorar la función articular. Algunas opciones de tratamiento incluyen medicamentos, inyecciones,.. pero en todo caso es muy importante el uso de frío, compresión y elevación.

Cambios morfológicos.


La artrosis de rodilla es una enfermedad degenerativa que como ya hemos visto afecta principalmente el cartílago articular, pero también están involucradas otras estructuras de la articulación como son el hueso, la membrana sinovial y los ligamentos y tendones que estabilizan la rodilla. Como resultado, se producen cambios morfológicos (estructurales) en la rodilla que macroscópicamente suponen una deformidad articular. En casos avanzados de artrosis de rodilla, la combinación de la pérdida de cartílago, el crecimiento de espolones óseos y los cambios en la alineación pueden provocar deformidades visibles en la articulación con aumento de tamaño, distorsión de las proporciones, e incluso un cambio en el alineamiento en relación al conjunto de la extremidad inferior como el arqueamiento hacia adentro (genu varum) o hacia afuera (genu valgum) de la rodilla.



Tratamiento de la Artrosis de Rodilla


El tratamiento de la artrosis o desgaste de rodilla puede ser muy variado en función del estadio de la propia enfermedad. Lógicamente ni el tratamiento ni su agresividad va a ser el mismo en el inicio de una artrosis de rodilla en la que hay molestias al comienzo de la actividad que desaparecen a continuación, que en un desgaste de rodilla avanzado en el que el paciente no puede prácticamente andar o lo hace con dificultad debido al dolor.

Además de la variabilidad del tratamiento en función del avance de la artrosis de rodilla, también hay diferentes tipos de tratamiento que podemos englobarlos en Tratamientos NO Farmacológicos, Tratamientos Farmacológicos y Tratamientos Quirúrgicos.


Tratamientos NO Farmacológicos


En fases iniciales de la artrosis de rodilla el tratamiento no farmacológico es una parte fundamental del manejo de esta patología. Estos tratamientos pueden ayudar a aliviar el dolor, mejorar la función y la movilidad de la rodilla, y retrasar la progresión de la enfermedad. Es importante recordar que el tratamiento no farmacológico de la artrosis de rodilla debe ser individualizado y adaptado a las necesidades específicas de cada paciente. La combinación de diferentes enfoques de tratamiento puede proporcionar los mejores resultados en términos de alivio del dolor y mejora de la función.
El tratamiento no farmacológico de la artrosis de rodilla engloba diferentes apartados que vamos a intentar particularizar:


Ejercicio Físico


Si bien la actividad física de alta intensidad puede favorecer el avance de la artrosis de rodilla tal y como hemos visto con anterioridad en esta misma entrada, no hay duda alguna que la actividad física de baja intensidad ayuda a fortalecer los músculos que rodean las articulaciones, aumentando su estabilidad, mejorando la movilidad y la función, y reduciendo el dolor.
Los ejercicios denominados de bajo impacto como caminar en terreno llano y firme, nadar o andar en bicicleta son especialmente recomendables. Si queremos rizar el rizo cabe decir que entre estos ejercicios de bajo impacto hay algunas pequeñas diferencias que pueden influir en la consideración de cuál es el más interesante, y nos estamos refiriendo a las diferencias en el soporte del peso por parte de la rodilla que conlleva cada uno de los ejercicios:

  • La natación es la actividad física que menos sobrecarga la rodilla, ya que va en descarga al no soportar el peso del cuerpo durante dicha actividad; con lo que en personas en las que la artrosis les está generando un dolor al andar o estar de pie, la natación puede ser el ejercicio de elección siempre y cuando el paciente sepa nadar y tenga un acceso sencillo a su práctica.
  • Andar en bicicleta supone también una actividad en la que la rodilla no soporta la mayor parte del cuerpo, al ir éste soportado por el sillín. Y puede ser una alternativa al caminar en las personas con dolor que no pueden acceder o no les gusta la natación.

Independientemente de que una actividad pueda tener alguna ventaja respecto a otra, lo importante es realizar cualquiera de esos ejercicios en función de las posibilidades individuales, aptitud y preferencia, con el fin de desarrollar la condición física y potenciación muscular.
Los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento específicos también pueden ser útiles para mejorar la función de la rodilla, con lo que en este apartado también estamos incluyendo el trabajo dirigido en gimnasio, el uso de aparatos de electroestimulación,…


En relación a la influencia del ejercicio sobre el dolor en pacientes con Artrosis de Rodilla nos hacemos eco de un estudio realizado por Saccomanno y col, del Hospital Universitario Gemelli de Roma y que fue publicado en 2015 en la revista de la European Society of Sports Traumatology, Knee Surgery, Arthroscopy (ESSKA) con el título «Efficacy of intra‑articular hyaluronic acid injections and exercise‑based rehabilitation programme, administered as isolated or integrated therapeutic regimens for the treatment of knee osteoarthritis«.

En dicho estudio participaron 157 personas afectas de artrosis de rodilla confirmada radiológicamente y que fueron divididos en 3 grupos.

Uno de los grupos formado por 51 pacientes realizaron 20 sesiones de entrenamiento rehabilitador (5 sesiones semanales durante 4 semanas) consistentes en Terapia Manual, Estiramientos musculares, Ejercicios Isométricos, Ejercicios Isotónicos con ayuda de bandas o tubos de resistencia elástica y Ejercicios de Rehabilitación propioceptiva. Los grupos musculares que se entrenaban variaban ligeramente en función del tipo concreto de artrosis de rodilla que presentaban principalmente (compartimento interno, externo o fémoro-patelar).

Entre las evaluaciones realizadas, se incluyó la subescala de Dolor del cuestionario WOMAC que fue llevado a cabo antes del comienzo del programa de entrenamiento (PRE) y al cabo de 1 mes (T1), 3 meses (T3) y 6 meses (T6) después de completar el programa de entrenamiento.

Como se aprecia en el gráfico, el programa de entrenamiento rehabilitador trajo consigo una disminución significativa del dolor en los pacientes con artrosis de rodilla, dolor que fue posteriormente aumentando a partir del mes de haber completado el programa de entrenamiento.


Control del Peso


La pérdida de peso puede reducir la presión sobre las articulaciones de la rodilla y disminuir el dolor y la inflamación asociados con la artrosis.


Al respecto Aaboe y col realizaron un estudio que publicaron en el año 2011 en la revista Osteoarthritis and Cartilage con el título: “Effects of an intensive weight loss program on knee joint loading in obese adults with knee osteoarthritis”. En dicho estudio participaron 177 pacientes obesos, mayores de 50 años y aquejados de Artrosis de Rodilla, con un Indice de Masa Corporal superior a 30 kg/m2. Los pacientes siguieron un programa dietético supervisado durante 16 semanas, programa que completaron 157 pacientes. Tal y como se aprecia en el gráfico, a lo largo de las 16 semanas la pérdida de peso medio de los 157 pacientes que completaron el estudio fue de 13,6 kg (pasando de 101,5 kg a 87,9 kg) lo que suponía una pérdida de un 13%, lo cual trajo consigo una disminución del dolor de rodilla, que pasó de un valor de 42,8 antes del comienzo del programa dietético a un valor de 29,8 kg al final de las 16 semanas, lo que supone una disminución del dolor de un 30%. Queda claro como referíamos al comienzo de este apartado que la pérdida de peso en pacientes con artrosis de rodilla reduce la presión sobre los cartílagos articulares y huesos que conforman la rodilla, con una disminución significativa del dolor.


Medidas Ortopédicas


El uso de diferentes productos de apoyo como son las rodilleras, las plantillas ortopédicas y los bastones pueden ayudar a reducir la presión sobre la articulación de la rodilla, disminuyendo el dolor y mejorando la estabilidad y la función de la rodilla.


Rodilleras

Las rodilleras pueden ser una opción útil en el tratamiento de la artrosis de rodilla, pero su efectividad varía según el tipo de rodillera y las necesidades individuales del paciente. En general, las rodilleras pueden proporcionar cierto grado de alivio del dolor y mejorar la función en personas con artrosis de rodilla, pero no son una solución definitiva ni la única medida a considerar en el tratamiento.

Las rodilleras pueden ofrecer los siguientes beneficios:

  1. Soporte y estabilidad: Las rodilleras pueden proporcionar soporte adicional a la articulación de la rodilla, lo que puede mejorar la estabilidad y reducir el riesgo de lesiones.
  2. Compresión: La compresión que proporcionan algunas rodilleras puede ayudar a controlar la inflamación y el edema en la articulación de la rodilla.
  3. Alivio del dolor: Las rodilleras pueden reducir la presión en las áreas afectadas de la rodilla y, en consecuencia, disminuir el dolor.
  4. Mejora de la propiocepción: El uso de rodilleras puede mejorar la percepción de la posición y el movimiento de la rodilla, lo que puede ser beneficioso para prevenir lesiones y mejorar la función articular.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que las rodilleras no funcionan igual para todos y no abordan la causa subyacente de la artrosis de rodilla. Además, depender exclusivamente de una rodillera puede llevar a un debilitamiento de los músculos que rodean la articulación, ya que estos no se utilizan y fortalecen adecuadamente. Por lo tanto, es esencial considerar las rodilleras como parte de un enfoque integral para el tratamiento de la artrosis de rodilla.


Plantillas Ortopédicas

Las plantillas ortopédicas pueden ser una opción útil en el tratamiento de la artrosis de rodilla en algunos casos, sobre todo cuando hay un genu valgo o varo que puede ser compensado parcialmente mediante la utilización de plantillas ortopédicas individualizadas. Sin embargo, su efectividad puede variar dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la biomecánica del paciente y el tipo de plantilla utilizada. En general, las plantillas ortopédicas pueden proporcionar alivio sintomático y mejorar la función de la rodilla al abordar ciertas irregularidades biomecánicas.

Los posibles beneficios de las plantillas ortopédicas en el tratamiento de la artrosis de rodilla incluyen:

  1. Mejora en la distribución de la carga: Las plantillas ortopédicas pueden ayudar a redistribuir la carga en la articulación de la rodilla, lo que puede aliviar la presión en áreas específicas y disminuir el dolor y la inflamación.
  2. Corrección de la alineación: Al corregir problemas de alineación en el pie, las plantillas ortopédicas pueden mejorar la mecánica de la marcha y reducir el estrés en la articulación de la rodilla.
  3. Amortiguación: Las plantillas ortopédicas con materiales de amortiguación pueden absorber el impacto y reducir la tensión en las articulaciones de la rodilla durante la marcha o el ejercicio.
  4. Estabilidad: Al proporcionar soporte a los arcos del pie, las plantillas ortopédicas pueden mejorar la estabilidad y la función de la articulación de la rodilla.

Uso del Bastón

Jones y col realizaron un estudio para evaluar la influencia del uso diario de bastón sobre el dolor en personas con artrosis de rodilla. Participaron en el estudio 64 pacientes diagnosticados de artrosis de rodilla según los criterios de la Academia Americana de Reumatología y cuyo nivel de dolor (en base a la escala visual analógica) se encontraba entre 3 y 7 (de un máximo de 10).
Los participantes en el estudio fueron divididos en 2 grupos, un Grupo de Estudio o Experimental y un Grupo Control. La diferencia entre los 2 grupos se limitaba al uso del bastón o no. Los pacientes incluidos en el Grupo de Estudio utilizaron diariamente un bastón de madera cuya longitud se adaptó individualmente para conseguir que en posición de reposo el codo tuviera un ángulo de flexión entre 20º y 30º.
El periodo de estudio fue de 2 meses y todos los pacientes fueron evaluados al inicio del estudio, a los 30 y a los 60 días, obteniéndose datos diversos de Salud, Dolor y Condición Física.
En este caso nos vamos a limitar a analizar la evolución del dolor con el uso del bastón; al inicio del estudio los pacientes afectos de artrosis de rodilla de ambos grupos tenían un nivel de dolor similar (5,63 los del Grupo de Estudio y 5,48 los del Grupo Control), mientras que la evolución del dolor en los 2 meses de estudio tuvo una evolución diferente en ambos grupos. En el grupo Control que no tuvo ninguna modificación en sus hábitos, medicación,,, el dolor aumentó ligeramente hasta llegar a un índice de 5,95; por contra en el Grupo de Estudio que utilizaron un bastón durante los 2 meses del estudio el dolor se redujo de forma significativa hasta un índice de 3,84.
Los autores del estudio que fue publicado en la revista Annals of the Rheumatic Diseases en 2012 con el título «Impact of cane use on pain, function, general health and energy expenditure during gait in patients with knee osteoarthritis: a randomised controlled trial» concluyen que un bastón es un dispositivo de asistencia para la marcha que se puede utilizar para disminuir el dolor en pacientes con artrosis de rodilla,a demás de mejorar su funcionalidad y calidad de vida.


Tratamientos Farmacológicos


El tratamiento de la artrosis de rodilla con medicamentos es un enfoque común y esencial para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El objetivo principal del tratamiento farmacológico en la artrosis de rodilla es aliviar el dolor, reducir la inflamación y mantener o mejorar la función articular. Por lo general, se sigue un enfoque escalonado en el tratamiento farmacológico de la artrosis de rodilla, comenzando con medicamentos de menor potencia y menos riesgo de efectos secundarios, para ir añadiendo o cambiando de medicamentos cuando no conseguimos los objetivos propuestos de mejora.

Entre los tratamientos farmacológicos de la Artrosis de Rodilla, encontramos:

Analgésicos
Antiinflamatorios orales
Antiinflamatorios tópicos
Antiinflamatorios inyectables
SYSADOA (Glucosamina, Condroitina y Diacereína).
Viscosuplementación o uso de Ácido Hialurónico
Factores de Crecimiento


Analgésicos

Los analgésicos son un componente importante del tratamiento para controlar el dolor de la artrosis de rodilla y suponen el primer escalón en el tratamiento medicamentoso de la artrosis. Realmente los analgésicos ayudan a controlar el dolor y a mejorar la calidad de vida del paciente con artrosis, pero es importante recalcar que no es un tratamiento curativo.
De los analgésicos habituales el más utilizado es el Paracetamol, siendo un medicamento de primera línea en el manejo del dolor en la artrosis de rodilla leve. Se puede llegar a utilizar en dosis de 4 g/día siempre bajo el consejo y supervisión del médico, que establecerá la dosis individual óptima.
Hay autores que recomiendan el uso del paracetamol en periodos cortos, dado que su eficacia en el control del dolor disminuye cuando se usa durante largo tiempo.
En ocasiones el paracetamol no es suficiente para controlar el dolor artrósico y el tratamiento medicamentoso debería pasar a otro escalón.



Antiinflamatorios orales

Los antiinflamatorios son una opción común para el tratamiento del dolor y la inflamación en la artrosis de rodilla. Cuando hablamos de antiinflamatorios orales nos estamos refiriendo habitualmente a los antiinflamatorios no esteroides (AINEs).

Los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) son un grupo de medicamentos que se utilizan para tratar el dolor, la fiebre y la inflamación. Estos medicamentos pueden ser muy eficaces para aliviar los síntomas de una variedad de afecciones como la artrosis. Los AINEs, como el ibuprofeno, diclofenaco y el naproxeno, son medicamentos que pueden aliviar el dolor y reducir la inflamación en las articulaciones afectadas por la artrosis. Estos medicamentos se pueden tomar por vía oral y pueden ser efectivos para controlar el dolor de la artrosis y mejorar la calidad de vida de los pacientes con artrosis de rodilla, pero al igual que sucede con los analgésicos no detienen la progresión de la enfermedad.



Antiinflamatorios inyectables

El uso de inyectables supone un paso más en el tratamiento de la artrosis de rodilla, cuando los tratamientos y medidas anteriores no dan resultado y aumenta el dolor de rodilla y disminuye la movilidad y la calidad de vida.

Cuando hablamos de antiinflamatorios por vía inyectables, podemos referirnos a los AINE administrados por vía intramuscular, aunque esto es menos común.

Cuando hablamos de tratamiento antiinflamatorio inyectable, lo más habitual es referirnos a las infiltraciones de rodilla con corticosteroides. Los corticoides son un tipo de antiinflamatorio que a veces se utiliza para el tratamiento de la artrosis de rodilla y pueden ser particularmente útiles para los pacientes que no responden bien a los AINE orales, o que tienen efectos secundarios significativos con estos medicamentos.

Estas infiltraciones -inyecciones en el interior de la rodilla- suelen administrarse directamente en la articulación de la rodilla y pueden proporcionar alivio del dolor durante varias semanas o meses. Sin embargo, hay un límite en la frecuencia con la que estas inyecciones pueden administrarse debido a posibles efectos secundarios, que pueden incluir debilitamiento del tejido alrededor de la articulación y aumento del riesgo de infección.

En el caso de las inyecciones de corticosteroides, los efectos secundarios generales son menos comunes que con los corticosteroides orales o intravenosos debido a que una cantidad menor del medicamento entra en el torrente sanguíneo, pero su uso prolongado o repetitivo puede tener efectos secundarios significativos. De ahí que el tratamiento de la artrosis de rodilla mediante infiltraciones de corticoides no es un tratamiento a largo plazo, sino que se limita a un número determinado y limitado de infiltraciones.

Entre los efectos secundarios sistémicos provocados por el uso prolongado de corticoides, cabe destacar entre otros el Aumento de la Presión Sanguínea y un Aumento de los Niveles de Glucosa en Sangre.

No obstante lo anterior, queremos recalcar que el uso de una o varias infiltraciones de corticoides puede ser una opción eficaz para tratar el dolor y la inflamación en la artrosis de rodilla, especialmente cuando los tratamientos conservadores (como analgésicos orales, terapia física, pérdida de peso y ejercicio) no son suficientes para controlar los síntomas. Sin embargo, su uso debe ser manejado cuidadosamente y nadie mejor que el médico para evaluar el riesgo-beneficio de este tratamiento en cada caso concreto.


SYSADOA


Los SYSADOA (acrónimo de «Symptomatic Slow Acting Drugs for Osteoarthritis», que en castellano podría traducirse por «Fármacos sintomáticos de acción lenta para la artrosis») son un grupo de medicamentos que se utilizan para tratar la artrosis de rodilla. Estos medicamentos como su propio nombre define, son de acción lenta con lo que deben tomarse de forma prolongada, no curan la artrosis, pero pueden ayudar a reducir el dolor, la inflamación y mejorar la función de la rodilla.

Hay varios tipos de SYSADOA, los más habituales son el sulfato de glucosamina, el sulfato de condroitín y la diacereína; también puede incluirse en este grupo al ácido hialurónico aunque nosotros vamos a dedicar un apartado específico para el hialurónico.

Los SYSADOA suelen ser bien tolerados, pero pueden causar algunos efectos secundarios, como náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento. En casos raros, los SYSADOA pueden causar reacciones alérgicas graves.


Tratamientos NO Farmacológicos o Quirúrgicos

Osteotomía
Cirugía Protésica



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